ANDRÉS
Hay días en los que la tristeza se instala para quedarse a habitar lo que, pasado el tiempo, pudiese llegar a convertirse en la nada y sus olvidos. Aunque eso sería un simple espejismo porque detrás, si adquieres alta visión, descubres que hay un inmarcesible aliento. Ya lo decía mi amado poeta: «Qué frío el dibujar la línea errante del poema y sus palabras/ para combatir el tiempo,/ qué terquedad por el anuncio de toda la belleza,/qué transcurrir vacío del ser./ Si a una idea sucediera otra, y a esta un silencio,/ quizá ese tiempo quedara suspendido,/ tal vez lograra cerrar una elipse, al menos triste./ Pero ha de surgir el grito y he de reconocerlo/ para que la vida no se retire a su aposento oscuro/ donde solo habitan la nada y sus olvidos».

