EL ENEMIGO EN CASA

El enemigo en casa

 

Siente miedo en su propia casa. Está más insegura de puertas para adentro que de puertas para afuera. Oye la llegada del ascensor a su planta y desea que sea el vecino el que llegue y no el maltratador que habita con ella. El sonido de la vuelta de llave suena amplificado, como la del carcelero que te abre la mazmorra. Comienza entonces ese silencioso miedo que solo ella conoce.

La mesa puesta, la comida que lenta se calienta en el fuego, la bebida fresca en la nevera, la cocina limpia, la fruta que le gusta presidiendo el frutero, la cama hecha, el salón recogido… todo, una y mil veces revisado; todo para no despertar a la fiera. Pero por mucho que lo intenta la fiera siempre se despierta cuando llega a casa. Solo duerme mientras está en la oficina, mientras visita a sus padres, mientras toma algo con los amigos en el bar de la esquina… Es el olor de su presa la que la despierta y su presa es solo ella. Es por eso por lo que no levanta sospechas, por lo que nadie, ni por asomo, podría imaginarlo.

CICLOS

Ciclos

Aunque el hecho de no saber elegir se podría considerar un acto de autodestrucción, con mucha frecuencia constituye un acontecimiento decisivo que lleva aparejada una amplia oportunidad de volver a desarrollar la naturaleza instintiva. Es una útil caída del acantilado proyectado por el «Yo» para introducir a una mujer en las profundidades de su naturaleza salvaje. La iniciación empieza con el trato desventajoso que hizo mucho tiempo atrás cuando estaba todavía medio dormida. El sopor de la psique femenina es un estado muy parecido al sonambulismo. En su transcurso caminamos y hablamos pero estamos dormidas.

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DANZAD, DANZAD, BENDITOS

Danzad, danzad, benditos

Bailamos por la risa, bailamos por las lágrimas, bailamos por la locura, bailamos por los miedos, bailamos por las esperanzas, bailamos por los gritos, somos los bailarines, creamos los sueños».

Esta es la filosofía de Masaka Kids Africana, un hogar infantil que ofrece calor, comida, ropa, educación y atención sanitaria a los más pequeños en la recóndita y castigada Uganda. Entre ellos forman su propia familia en mitad de la pobreza y los conflictos bélicos y nada de eso les hace perder la sonrisa cuando graban sus videos. Lo que en un principio les unió parece quedar momentáneamente a un lado para ahora estar unidos por la música y la danza. No necesitaron ropas de moda, ni zapatillas de marca, ni maquillajes, ni asesores… El baile en estado puro con un ritmo y una elegancia en cada movimiento de sus pequeños cuerpos que la primera vez que los vi me dejaron embelesada y a la vez con una sensación de tristeza que ellos parecen no conocer o no permitirse el lujo de mostrarla. Es algo que llevan en las venas, el ritmo ancestral de la tribu, unos movimientos naturales que forman parte de ellos y que coordinan a la perfección sin ningún tipo de problema.

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FLORA Y FAUNA

Flora y fauna

Hay algo de serena tristeza que enmarca la ventana. Todo permanece en calma; es el cuadro que observo mientras desayuno. Se mantiene todavía cerrada porque la mañana está fresca. Mientras doy una y otra vuelta a la cuchara dentro del humeante café para que rebaje la temperatura observo las naranjas, intuyo su peso, el esfuerzo de las ramas por mantenerlas y algunas ya en el suelo porque el árbol no aguanta tanta carga.

Cuando hay personas que vienen a casa y me comentan que es una pena que se caigan, yo entonces les repito siempre la misma cantinela y es que no pasa nada porque son naranjas que se comen los pájaros y no me atrevo a decirles que incluso alguna que otra rata, que también tienen derecho a calmar su sed y a vitaminas. No me quedó más remedio que hacerme amiga de ellas. El jardín no es solo mío y si las observas tienen su gracia. No se me coló nunca ninguna dentro de casa, afuera tienen todo lo que necesitan y tampoco es que tenga una comuna.